miércoles, 14 de mayo de 2008

Mi misión Tu Misión

Este Blog tiene como objetivo, el dar a conocer lo que son las misiones.
En este encontrarán nuestras experiencias, relatos, fotografías y eventos para que ustedes tambien participen en esta Misión que es la de crear un mundo mejor.

Una carta de un misionero...

Salí corriendo como de costumbre, apenas si tuve tiempo de darle unos sorbos a mi taza de café. Mi mamá me gritó desde la cocina: "te llegó una carta. La dejé junto a las llaves del coche" ¿Una carta? ¿Quién escribe cartas ahora? Tomé las llaves y el sobre, recogí mi mochila y me subí al coche. Ya de camino comencé a abrirla. Parecía que había recorrido medio planeta antes de llegar a mis manos. Estaba algo arrugada y con sellos por todas partes, algunas leyendas “no se encontró la dirección” no me dejaban ver bien quién la enviaba. Aproveché la parsimonia de una ancianita delante de mí para abrirla. Me quedé más sorprendido aún. Una letra garabateada, me saludaba cariñosamente. “Querido misionero Manuel, no sé si te acuerdes de mí, soy rizitas de oro…” ahhhh! En ese momento me pareció percibir el olor a gallinas, tierra de labranza, pobreza y sencillez. ¡Era ricitos de oro! Una niña encantadora de unos diez años, de ojos azules y saltones que conocí ya hacía casi un año en un pueblo perdido de México. Mi mamá te manda muchos saludos. Desde que la llevaste a casar con mi papá ya se quieren como novios. Mi papá dejó de tomar tanta cerveza, pues, dice que le ganaste al dominó y le hiciste prometer que no tomaría más. Yo sigo guardando la crucecita que me diste. ¡También estoy cumpliendo mi promesa! Todas las noches la beso antes de dormir, pido por mi mamá, mi papá y por los misioneros. El claxon nervioso de otro coche me regresó de repente a la jungla de cemento y ruido. Doblé la carta y continué mi camino. Los ojos ya me bailaban humedecidos. El semáforo cambió y me detuve. Te tengo que dar una noticia triste: mi abuelito Joaquín, ¿lo recuerdas? Murió la semana pasada. Cuando estaba muy enfermo se acordó de ti. ¿Recuerdas que fuiste el único que quiso platicar con él, pues, siempre decía malas palabras y se burlaba de Dios? Nadie lo podía creer cuando lo vieron hacer cola para confesarse, ¡Lo lograste, ya va a Misa los domingos! Siguió igual de pelionero. A otro viejito de la cantina lo agarró a bastonazos porque dijo una cosa fea de la Virgen de Guadalupe. Antes de morir nos dijo: díganle a Manuel que no se preocupe, que allá arriba lo estaré esperando. Si San Pedro no le deja entrar, yo me encargaré de abrirle la puerta del solar… Se me anudó la garganta y un hilo frío me recorría la espalda. ¡Se me había olvidado lo feliz que fui en esos días! Es más, de repente sentí que sólo hasta entonces había conocido la verdadera felicidad. Yo ya me estoy preparando para tu visita este año. Ahorré lo que me daban las señoras del pueblo por remendar ropa para comprar unos cuadernos y lápices para escribir esas canciones que nos enseñabas y las preguntas del catecismo. Yo quiero ser misionera como tú y cuando tú te vayas yo me quedaré jugando con los niñitos y enseñándoles el catecismo para que, cuando regreses cada año, puedan bautizarse y recibir a Jesús como yo. Oye, ya me voy, tengo que ir a buscar leña para el fogón. Te espero, un abrazo. ¿Vas a traer más amigos? ¡Necesitamos muchos misioneros…! Nota: la letra es de pepe, mi hermano, pero los pensamientos son todos míos. Guardé la carta y entre nubarrones de lágrimas manejé hasta la Universidad. Antes de salir del coche tome mi celular: Sí. Buenos días. Sí, hablo para cancelar una reservación. Mi nombre es Manuel. ¿Qué por qué decidí no ir a esquiar? Sería largo de contar, pero, tengo una cita. Tengo una cita muy importante, hay alguien que me espera y no le puedo fallar…

Fuente: http://www.demisiones.com/noticias/articulo.php?id=1551